EL AMOR MATERNAL
Versión recogida por
Rubén M. Campos.
Cierta vez una zorrita que caminaba por un camino se distrajo por seguir a una agachona. Y, cuando se dio cuenta, ya se había alejado; y cuando volvió, ya no encontró a su hijo, el zorrito que la seguía; y se puso a llorar.
Viendo que nada ganaba con llorar, se fue anda que anda, y a cada animal que encontraba le preguntaba:
-Dime, hermano, ¿no encontraste acaso a mi hijo, el zorrito que se me ha perdido?
Y el animal le contestaba:
-No lo he visto, hermana zorrita.
Así pasaron varios animales, hasta que acertó a pasar un coyote, y entonces la zorrita le preguntó:
-Dime, hermano coyote, ¿no has visto acaso a mi hijo, el zorrito que se me ha perdido?
El coyote aguzó las orejas y se paró para decir:
-¿Cómo es tu hijo, hermana zorrita?
Y la zorrita le contestó:
Es blanco, tiene el hociquito de ámbar, los ojitos azules, la piel de terciopelo, la cola afelpada, las orejitas de ante, las patitas de seda...
-¡Hum! -dijo el coyote-, el que yo he visto morir, hermana, era un zorrito prieto, lagañoso, pitañoso, con las orejas gachas, el hocico sucio, la cola pelada, y tan flaco que de pura hambre apenas podía tenerse en pie...
-¡Ay, ay! -gimió la zorra-. ¡Ese es mi hijo!
-¡Oh, pues como tú me dijiste que tu hijo era muy bello…!
-Pero, hermano coyotito -replicó la zorra entre sollozos-, ¿qué no sabes que para una madre no hay hijo feo?
Versión recogida por
Rubén M. Campos.
Cierta vez una zorrita que caminaba por un camino se distrajo por seguir a una agachona. Y, cuando se dio cuenta, ya se había alejado; y cuando volvió, ya no encontró a su hijo, el zorrito que la seguía; y se puso a llorar.
Viendo que nada ganaba con llorar, se fue anda que anda, y a cada animal que encontraba le preguntaba:
-Dime, hermano, ¿no encontraste acaso a mi hijo, el zorrito que se me ha perdido?
Y el animal le contestaba:
-No lo he visto, hermana zorrita.
Así pasaron varios animales, hasta que acertó a pasar un coyote, y entonces la zorrita le preguntó:
-Dime, hermano coyote, ¿no has visto acaso a mi hijo, el zorrito que se me ha perdido?
El coyote aguzó las orejas y se paró para decir:
-¿Cómo es tu hijo, hermana zorrita?
Y la zorrita le contestó:
Es blanco, tiene el hociquito de ámbar, los ojitos azules, la piel de terciopelo, la cola afelpada, las orejitas de ante, las patitas de seda...
-¡Hum! -dijo el coyote-, el que yo he visto morir, hermana, era un zorrito prieto, lagañoso, pitañoso, con las orejas gachas, el hocico sucio, la cola pelada, y tan flaco que de pura hambre apenas podía tenerse en pie...
-¡Ay, ay! -gimió la zorra-. ¡Ese es mi hijo!
-¡Oh, pues como tú me dijiste que tu hijo era muy bello…!
-Pero, hermano coyotito -replicó la zorra entre sollozos-, ¿qué no sabes que para una madre no hay hijo feo?
Que mono :3 y si encontró al zorrito :V?
ResponderEliminarEsta fábula estaba en mi libro de cuarto grado de primaria. Siento alegría al volverla a leer.Gracias por publicarla.
ResponderEliminar¡Tan hermoso cuento! Son lecturas que nos enseñaban en la antigua escuela pública de los 60´S, obras que te marcaban y te ayudaban a formar ciudadanos humanistas.
ResponderEliminar"Amor Maternal", me hizo recordar mi infancia, aparece en un libro que aún conservó cuando cursaba segundo grado, ahora me dediqué a buscarla y la encontré. ¡Muchas gracias! Se la leeré a mis estudiantes.
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