Decálogo en Honor del Maestro
1.- Ama al maestro porque es la piedra fundamental del edificio de la patria.
2.- Respétalo; porque es el abnegado sembrador de ideas y el generoso dador de verdades.
3.- Ayúdalo. Si eres niño, haz que tu cerebro y tu corazón estén siempre dispuestos a recibir su palabra; si eres hombre haz que tu voluntad y tus músculos traduzcan en trabajo su enseñanza.
4.- Confórtalo. El maestro es otro misionero de la dulce religión del saber; y vive humilde y resignado ante la incomprensión humana.
5.- Venéralo. Si a tus padres les debes el ser, al maestro le debes el poder pensar alto y sentir hondo.
6.- Dignifícalo. Es el orfebre que esmalta y pule los más altos sentimientos humanos.
7.- Recuérdalo. Que en la dulce memoria de tus horas infantiles, surja siempre la serena figura de tu maestro.
8.- Engrandécelo. Si lo haces engrandecerás a la patria, porque el maestro es un símbolo.
9.- Estimúlalo. No quiere acumular riquezas, pero tiene derecho a reclamar gratitud. Otórgasela porque es su mejor estímulo.
10.- Bendícelo. Paga lo que debes a tu maestro, con la moneda espiritual de más alto valor, una fervorosa bendición y una dulce lágrima a su recuerdo.
2.- Respétalo; porque es el abnegado sembrador de ideas y el generoso dador de verdades.
3.- Ayúdalo. Si eres niño, haz que tu cerebro y tu corazón estén siempre dispuestos a recibir su palabra; si eres hombre haz que tu voluntad y tus músculos traduzcan en trabajo su enseñanza.
4.- Confórtalo. El maestro es otro misionero de la dulce religión del saber; y vive humilde y resignado ante la incomprensión humana.
5.- Venéralo. Si a tus padres les debes el ser, al maestro le debes el poder pensar alto y sentir hondo.
6.- Dignifícalo. Es el orfebre que esmalta y pule los más altos sentimientos humanos.
7.- Recuérdalo. Que en la dulce memoria de tus horas infantiles, surja siempre la serena figura de tu maestro.
8.- Engrandécelo. Si lo haces engrandecerás a la patria, porque el maestro es un símbolo.
9.- Estimúlalo. No quiere acumular riquezas, pero tiene derecho a reclamar gratitud. Otórgasela porque es su mejor estímulo.
10.- Bendícelo. Paga lo que debes a tu maestro, con la moneda espiritual de más alto valor, una fervorosa bendición y una dulce lágrima a su recuerdo.